11 feb 2013


Este sábado, llegado el descanso y de entre el sollozo popular, en la localidad de María Jesús (la misma mujer que colocaba en otro tiempo y de manera oficiosa ajos en los córners) ya se escuchaban los bramidos procedentes de la no tan lejana cala de San Roque de Afuera. Escondidas en la noche, las sirenas reclamaban devorar la carne portuguesa ya yerta por la crasa y vehemente niebla de Abegondo y a la salida del estadio, con un paisaje de unos todavía brillantes huesos emergidos en la bahía de Riazor, las 22.000 almas catapultadas hacia el Tártaro luchaban por ser redimidas.



Quién puede entender, por qué hemos sido entregados a hoyos de densa oscuridad reservados para juicio?

Los seres que participan de este tormento no son ya humanos, sino de naturaleza espiritual!!


Santiago Rey Pedreira no pudo imaginar ese lugar, custodiado por el flamígero Atlántico y triples murallas para evitar que los pecadores escapasen de él, ese cosmos dónde, desde la Torre de Marathon, la furia que representa la venganza hace guardia insomne en lo alto del torreón, azotando un látigo. En ese pozo del que se dice que profundiza en la tierra el doble de la distancia que hay entre el mundo de los vivos y el Olimpo, no pudo acontecer otra cosa que la derrota.

Maria Jesús sin embargo recuerda que "hay algunos que no se han emborrachado más que una sola vez, pero les ha durado toda la vida".

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